18 abr 2009

Una clase más

A través de Nayeli supe que hace muchos años, en la Facultad de Filosfía y Letras, Alfonso Reyes dictó un ciclo de conferencias sobre literatura contemporánea. Tengo la ligera sospecha de que no estaba planeado el temario a estudiar; los libros estudiados eran los que iban saliendo al mercado a lo largo del curso. Obviamente, el mismo Reyes los leía al paso, una semana antes de dictar conferencia. De los libros leídos no sé gran cosa. Si acaso que Vargas Llosa figuró en dicha lista. Qué genial ejercicio, ¿no creen?: Hacer la lectura, formar una recepción, una opinión, hacer crítica desde ya.

Si el boom fue el boom fue, más que nada, por méritos mercadotécnicos; los literarios no fueron mayores a los épocas pasadas de la literatura latinoamericana, como se cree. No hubo, de pronto, un nacer de la literatura aquí. Sólo se dio a conocer esa literatura con las mejores armas que puede dar el mercado. Eso y la educación, esa sí mayor a épocas anteriores, de los lectores. O más bien: nacieron los lectores con el alza en los índices de alfabetización y estudio. O sea, se formó un mercado que fue complacido. De ahí que muchos crean que esa es la única literatura que se ha hechos en Latinoamérica.

¿Pasa eso ahora? No. O parece ser que no. Basicamente, el lector común sigue consumiendo a los mismos autores que hace treinta, cuarenta años, y las librerías siguen mostrando a esos mismo. Por supuesto están los que llegaron inmediatamente después del boom y los que apenas llegan, pero casi nadie ha rebasado al boom en número de lectores. Y eso es porque no hubo la misma efectividad en la mercadotecnia.

Trabajé en una librería y sé que lo que más se vende es la literatura que se generó a mitad de siglo pasado. Vargas Llosa, Gacía Márquez y Fuentes (del boom como tal), y por supuesto aRulfo, Cortázar, Benedetti, etcétera. Quizás el agregado fuerte a dicha lista de ventas sería José Emilio Pacheco. No más.

Dice mi padre que la culpa la tienen los escritores de hoy (por malos) y que cuando él era más joven todos sabían de tal nuevo libro y leían el último de fulano. No sé que tanta culpa tengan los escritores (por lo menos en narrativa; en poesía me queda claro que los poetas tienen mucha culpa de que ya no se lea poesía). Bueno, ahora no se lee a los que escriben en este momento y tampoco existe este furor de antes. Por supuesto, ni nos enteramos de lo nuevo.

Pareciera que lo que se escribe hoy en día no será leído (en una mínima parte, claro) hasta dentro de cincuenta años. Y cuando eso pase, los críticos (si para ese entonces sobreviven algunos) dirán "es que hay que leerlos dentro del contexto de hace cincuenta años". Lo único cierto es que nadie se enteró cuando estos escritores escribían, nadie se enteró en su tiempo. Y conste que no digo esto porque sean mejores los últimos escritores. Lo digo porque, se supone, ellos están escribiendo para nosotros.

Nombres que son comunes para los lectores de este blog son simplemente desconocidos para el grueso de lectores que llegan al Sanborn´s y sólo fijan la vista en el nuevo de Fuentes o la edición especial de Cien años de soledad.

Y mucho, como siempre, tiene que ver la escuela en esto. Recuerdo que en el CCH vi con mi profesor de aquel tiempo, Arnulfo Sánchez (gran maestro), a Murakami, a Bolaño, a Carballido a Julián Herbert, a Hernán Bravo Varela y a María Rivera entre otros. De Murakami y Bolaño, sé, hubiera tardado un tiempo en enterarme de su existencia de no ser por esa clase, y eso que Kafka en la orilla aspira a ser un clásico de este siglo y Los detectives salvajes, nos guste o no, es nuestra Rayuela.

En la Facultad de Filosofía y Letras no cambia tanto el asunto como se pensaría y los libros de Álvaro Enrigue, Cristina Rivera Garza, Milorad Pávic, Orhan Pamuk, Mario Bellatin o Jorge Fernández Granados pasan sin pena ni gloria por nuestras aulas. Porque simplemente no importa lo que se escribe ahora.

Por supuesto, libros que leer nunca faltarán, y menos si eres estudiante de Letras. Mas eso no es pretexto para ignorar la literatura de tu tiempo. Por eso me gustaría ver una clase más en la Facultad, una que se dedicara exclusivamente a leer lo que se ha escrito en los últimos diez años. Con una hora semanal bastaría. Con un semestre, si el maestro es hábil, bastaría. Pienso ahora en la clase de Ándres Márquez de narrativa mexicana del siglo XX cuyo temario finaliza con Bellatin. Sin embargo de ahí en fuera no sé de otra clase con dichas características.

Desgraciadamente, no creo que mejore nuestra percepción de la actualidad. Desaparece la crítica, desaparecen los editores y la industria editorial se olvida de que el libro es un producto cultural. Y si a eso le agregamos nuestra solvente educación...

Así como van las cosas, ya es suficiente pedir que la gente sólo lea y que en la Facultad le pongan una hora más a Latín (se necesita gravemente).

Saludos.

6 comentarios:

Nayeli G dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Yareli dijo...

Tu post casi me saca lagrimitas...yo creo que nuestra carrera debería durar otros 2 semestres por lo menos, sin embargo, como dice Nayeli, muchas veces somos nosotros quienes tienen que hacer las cosas por su cuenta y, eso tampoco está tan mal, un cuate alguna vez me dijo que aprendió más de literatura en esas charlas de café o borracheras con los cuates, esas que te arrancan letras desde las entrañas.

Un abrazo!

Cronos dijo...

Interesante tema. Yo no sé muy bien cómo está la cosa porque estudio economía y creo que me no estudiaría letras a pesar de mi pasión por las mismas. Pero creo que tienes razón. Por un lado están los que con nostalgia reniegan de la nueva literatura sólo porque creen que "todo tiempo pasado fue mejor", porque hace cincuenta o cien años se escribieron las grandes obras, o porque después del boom salieron un montón de escritores que hacían más bien calcas de esas épocas, algo que, por cierto, el mencionado Enrigue comentó hace un tiempo.

Pero vamos, creo que esto es un vicio de los planes de estudos mexicanos. En mi carrera, por ejemplo, todo se concentra en el pasado, en la vieja ortodoxia marxista, en la jerga keynesiana y los desarrollos económicos de principios de siglo. Los profesores en pocas ocasiones están actualizados. El semestre pasado yo tuve que exponer sobre una teoría que un profesor con maestría ni siquiera conocía. Y aunque no tenga mucha relación creo que se entiende mi punto.

Atenea Rosado dijo...

Me arriesgo a afirmar que nuestra afición por el pasado no es solamente una cuestión tangible en los planes de estudios o en la literatura. Creo yo que es un asunto de la cultura en general. Hay una tendencia rerara a mitificar el pasado, sospecho que es por razones de nacionalismo y en su defecto, de latinoamericanismo. No sé, a veces es "mejor" retratarnos como indigenas con borreguitos que como mestizos sin chiste. Igual describirnos como jóvenes semi comunistas, románticos y habitantes de "tercer mundo" que como fans de Radiohead o hablantes de spanglish. Personalmente, estoy casi segura de que se pueden reunir características aparentemente contradictorias.
En lo que respecta al dichoso plan de estudios, Pedagogía en FFyL no se queda atrás. Falta Pedagogía experimental, cursos menos cursis y más actuales, hay mucho de Freinet y Freire pero poco de educación para la democracia y paz. Tal vez es porque en la carrera, a veces lo más importante es seguir con la dinámica de competencia con el otro 75% de las alumnas, es decir, ser "niña bien" y no preocuparse por lo que pasa en el exterior. Mmm, eso sí que suena feo. Ya veremos cómo le hacemos.
Buen post, da para mucha discusión. Ojalá un día de estos.
Nos vemos mañana.
Atenea

Unknown dijo...

Le diste al blanco, mano.

Creo que esta evasión a lo contemporáneo viene de muchos lados. Primero, como tú ya bien señalas, el gran fantasma del boom, pero a esto se suman las condiciones nuevas, tan especiales y contradictorias, de nuestro siglo. Atenea tiene razón en señalar cierto nacionalismo (o regionalismo, que me caga, en el caso de latinoamérica), pero lo mismo se repite con sus respectivas variaciones en el Reino Unido (cada vez menos reino y menos unido), Francia, España, China, Japón y de manera muy especial en Estados Unidos (cada vez una mezcla más bizarra la de la sociedad "multi-todo" del imperio republicano).

Creo que deberían existir más clases como la del buen Andrés o seminarios como el que mencionas de Reyes. De alguna manera en todos los departamentos de literatura en la FFyL sobreviven clases así, pero al llevar las libertades de la enseñanza institucional universitaria al límite se vuelven, de forma inevitable, perlas de marginalidad. En el departamento de inglesas sólo se ve literatura contemporánea en seminarios como el de literatura pos-colonial y con suerte en las clases de historia literaria inglesa del siglo XX y de norteamericana (cuyos dos semestres asignados son un tiempo ridículo que no deja espacio para los canadienses); en realidad nada.

A todas aquellas razones añado la crisis editorial (anterior a la económica, aunque empeorada por ella) que se vive en México y es extensiva al resto del mundillo hispanoparlante, con la gachupina excepción que ya todos saben. Y por último, tal vez, la leve resonancia que tiene cualquier acontecimiento (a menos que sea aparatoso en dimensiones globales) en este mundo saturado de información. Exempla gratia : Ecos (qué chingón estuvo, gracias a los que fueron, sus aplausos me sorprendieron) o la muerte del gran J.G. Ballard, güru literario de bandas como Joy Division, Radiohead, los Manics, Klaxons y un largo etc... a quién el NME le dedica una nota necrológica, redactada con la finura que se cargan estos muchachos luego de cagarla por varios meses seguidos: http://www.nme.com/news/klaxons/44132


Saludos.

Pd.

El hombre cósmico… dijo...

¿Por qué a la gente le encanta echar la culpa a los demás?

Naye… Eduardo…

Bien podría ponerme afirmar lo que con parsimonia intelectual defienden… y ponernos a citar autores apocalípticos de la cultura… decir que Rafael Simon ya auguraba que rayamos con la frontera del silencio y que en la vida actual va siendo cada vez más complicado entrar al mundo de la lectura… mejor pensemos que “De lo perdido… lo recuperado…”

Estoy de acuerdo con Naye… Un sistema cronológico que empieza en el número 1 y lleva una decena por año… difícilmente llegará a cubrir el 100… pero… creo que lo más importante que dice Naye es el “Tendremos que ñoñear por nuestra parte”

No te quejes por lo que te falta… mientras menos tienes, más puedes poseer…

El tiempo que le dediques a quejarte… es tiempo que podrías darle a ñoñear por tu parte. NUNCA PREGUNTES QUE PUEDEN HACER LOS DEMAS POR TI… PREGUNTATE QUE PUEDES HACER TU POR TI…