20 feb 2011

Arcade Fire: Gonna make a record: Eliot con punk

El 2010 fue el año de Arcade Fire. Publicaron un disco que para muchos es su obra maestra hasta el momento y definitvamente el mejor disco del años 2010; realizaron su gira más exitosa hasta la fecha (hasta a México vinieron); realizaron dos videos excepcionales, "The Suburbs", dirigido por Spike Jonze y "We Use To Wait", el mejor experimiento artístico que se ha montado en Internet. No conformes con todo eso, tuvieron el descaro de ganar el grammy al álbum del año. ¿Cómo una banda "indie" de Canada (y de la francófona, pa' colmo) pudo hacer esto?

El problema con Arcade Fire es que ha roto demasiado convenciones en la música popular y paradójicamente se le ha recompensado con casi todos los honores que un joven grupo de rock podría obtener. Es curioso porque, a pesar de que una de las premisas de la música popular desde el siglo XX para acá ha sido, por influjo del rock, la "originalidad" (un remanente claro del romanticismo), en más de una ocación el gusto popular ha demostrado ser sumamente reaccionario. El problema radica en que aunque muchos grupos impotantes sean reconocidos por sus inovaciones esto no siempre ha traído como consecuencia la aceptación de un amplio público. The Beatles y Pink Floyd son dos excepciones pertenecientes un milagroso quinteto de agrupaciones que han gozado de un éxito descomunal sin comprometer su calidad y menos su originalidad. Pero ese mismo quinteto puede que sea también el quinteto de lo que la gente reconoce, simplemente, como "lo mejor que ha pasado en la música". Fuera de esa élite existe una lista interminable de artistas (en todas las décadas) que hicieron grandes aportacioens a la música popular, pero que no se vieron recompensadas por ello. En la mayoría de los casos podría decirse que el gusto popular acepta (incluso pide) de buena gana las inovaciones musicales siempre y cuando no comprometan ciertas expectativas de lo que debe ser un artista popular y de cómo deben sonar sus canciones. Ni "muy-muy" ni "tan-tan": ésa ha sido la tónica en cuanto ha preferencias se trata. Y Arcade Fire se las ha saltado sin descalabros mayores en el camino.

De entrada, su alineación no es común. Actualmente Arcade Fire se compone de siete miembros, de los cuales, para colmo, no se puede decir con precisión a qué se dedican en la banda por la sencilla razón de que todos tocan casi todos instrumentos -que además son muchos; algunos de ellos poco comunes. ¿Qué pasó con los power-trio?, ¿qué con las formaciones que inequívocamente debían tener una giutarra, un bajo, una batería, y no más? Pasó que la década apenas pasada se identifico con casi todo lo que no fuera noventero, y los power-trios eran la definición de los noventa. Ni siquiera Muse cabe exactamente en esa categoría, pues cuentan con un multi-instrumentista demasiado capaz y virtuoso para limitarse a las proezas de Kurt Cobain.

Basicamente los 2000' se limitaron a tener grupos de guitarras convencionales (como The Strokes, Coldplay o The Hives) y grupos que daban la impresión de tocar con lo que habían encontrado, es decir que a veces no había guitarra (como Keane), otras no había bajo (The White Stripes) y otras había de todo (Arcade Fire). Esos grupos poco reglamentarios no tuvieron mucha popularidad en los noventas: Ben Folds Five, Primus y Morphine jamás tuvieron un éxito similar al de los gurpos amorfos de los años 2000'. De hecho el más grande éxito de Primus fue la canción de entrada de South Park. Arcade Fire en ese aspecto marcó un tónica que permitió la proliferación de gurpos como Fleet Foxes, e impusaron la carrera de otros como Beirut.

Por otra parte su estilo musical tiene la dicha de ser tan poco convencional para la época que hicieron escuela: ¿Quién hubiera vaticinado en 1999, en medio de la explosión de la música electrónica, el new-metal y el brit-pop, que uno de los mejores grupos de la década próxima tendría más que ver con Bob Dylan, Bruce Springsteen y Joy Division que con programas de loops y tornamesas? Nadie imaginó que el futuro inmediato sonaría más a menonitas prófugos que ha robots extraterrestres. La culpa la tuvieron los Strokes, claro. Pero su sonido de tan viejo es predecible; de alguna forma su éxito radica en habernos regresado a una zona de confort donde el rock "normal" podía tomar la batuta nuevamente y moverse a sus anchas. Arcade Fire ni en eso ha sido estático: las influecias de Arcade Fire se oyen como lo que escucha "un padre de familia buena onda", pero tuvieron la gracia de no cononizar a sus padres musicales; hicieron la magia de tomarlos más como un punto de partida que como un pináculo irrebasable.

A pesar de todo eso tuvieron el debut musical más sorprendente de la década. Funeral (2004) tuvo la genialidad de contener, al menos, seis himnos que se antojan irrepetibles y al menos una de sus canciones ("Wake Up") pertence ya a esa lista del inconsciente colectivo de "las mejores canciones de todos los tiempos". Sólo los Strokes dieron batalla por ese puesto con su primer disco y se diluyeron en el segundo, víctimas de sus virtudes. ¿Cómo hacer una canción tan elocuentemente pop como "Wake Up" y renovar al mismo tiempo la difinición de lo que debe tener un hit? Por las características musicales de "Wake Up", y la aprobación obtenida por cierto y numeroso público, un súper hit noventero alza la mano como su hermano mayor y posible predecesor: "Losing My Religion". ¿Como tener tan altas dosis de pop y ser lo más alternativo simultáneamente? Quizá la respuesta radique en la etiqueta que cobijó a la mayoría de los grupos y movimientos del 2000: el indie. El indie del siglo XXI, a diferencia del nacido en los ochentas, nunca pretendió encerrarse a un público específico; por el contrario, se esforzó en llevar al centro la periferia, casi sin sacrificios, casi sin dar concesiones al mercado. El Internet y los nuevos y más baratos métodos de grabación, por supuesto, fueron el fundamento de dicha revolución.

Pero Arcade Fire no se detuvo ahí. Sin dormirse en sus laureles, capitalizó sus virtudes y las llevó a otro nivel: Neon Bible (2007), cuyo título hace referencia a la novela homónima de John Kennedy Toole, recibió nuevamente una avalancha de calificaciones de cinco estrellas en los medios y una gran aceptación del público gracias a que supo combinar la frescura (irónicamente) de un sonido oscuro y cierta dosis de ligereza necesaria para aguantar cuarenta minutos de música sobre la guerra y los sueños rotos de Norteamérica. Es un disco de claroscuros donde Springsteen se encuentra con R.E.M. ("Keep The Car Running") y el punk con las orquestas ("No Cars Go"). Y es que "entre la luz que se apaga y el inicio del sueño" se encuentran los territorios de Arcade Fire: territorios de solemnidad y basura, de música subterranea y mainstream, de Nietzsche tocando un blues subido de tono.

Para el 2010 llegaría el año de Arcade Fire. Lanzaron, para ello, un sencillo que incluía "The Suburbs" y "Month of May": como profecia, como aviso, esta última canción empieza diciendo con el mismo ímpetu de un adolescente que utiliza el coche de sus padres para dar vueltas a la manzana con la múscia a todo volumen: "Gonna make a record in the month of May". Minutos depués agregaría "2009, 2010: Wanna make a record how I felt then/When I stood outside in the month of May/And watched the violent wind blow the wires away." Esa misma canción tocarían en la entrega de los Grammy, curiosamente (como pueden ver aquí). Un amigo me dijo hace poco que esa canción le sonaba profundamente punk. Algo de cierto hay en ello, pero no toma en cuenta que es un blues acelerado y, por lo tanto, tiene que ver más con Led Zeppellin o Thin Lizzy que con punks. Aunque, lástima, Arcade Fire no hace solos de guitarra.

The Suburbs, como todos los anteriores álbums del grupo de Montreal, es un disco-concepto, que sigue hasta cierto punto la pauta de que el eje de la grabación sea un hecho oscuro (la muerte en Funeral, la religiosidad hipócrita en Neon Bible). Ahora eligieron a la adolescencia y la nostalgia como el centro de su música. Si es oscuro el pasado es porque nuestra sociedad está extasiada con el futuro: todas las maravillas tecnológicas las relacionamos con "lo que viene" y no con "lo que ya está presente". Arcade Fire utiliza esas mismas tecnologías para hablar de "lo que ya pasó": Como respuesta involuntaria a la pasión por el futuro, el video interactivo de "We Used To Wait", que utiliza Google Maps como eje de su virtuosidad, nos lleva, literalmente, al lugar donde crecimos, al lugar donde aprendimos a vivir. Incluso es al menos intrigante que en un mundo de e-mails y twitter, esa canción, acaso la más exitosa del año pasado, trate de la espera de un carta.

Y es que hasta las letras de las canciones parece copiadas del pasado: Si la base lírica de Radiohead fue la poesía de vanguardia y radical del siglo XX, Arcade Fire recurrió a Eliot, que es como recurrir a toda la poesía que no fue publicada en el XX. Difícil es no enlazar la letra de "The Suburbs" con los Cuatro cuartetos. Incluso se antoja realizable una correlación, por mano del azar, claro, con Quevedo en su "Salmo XVII": Cuando Arcade Fire canta:
And all of the walls that they build in the 70's is finally fall
And all of the houses they build in the 70' is finally fall
Meant nothing at all

It meant nothing.
Sometimes I can't believe it
I'm movin' past the feeling.

no puedo evitar pensar en "East Coker" de Eliot:
In my beginning is my end. In succession
Houses rise and fall, crumble, are extended,
Are removed, destroyed, restored, or in their place
Is an open field, or a factory, or a by-pass.
La sombra de Quevedo asoma sin querer igualmente:
Miré los muros de la patria mía,
si un tiempo fuertes, ya desmoronados,
de la carrera de la edad cansados,
por quien caduca ya su valentía.
Tengo un amigo que atribuiría toda esa magia a Virgilio, Heráclito y Ovidio. No dudo que así sea. El hecho es que Arcade Fire nos devolvió un tópico con tal maestría que no me sorprendería que más de un becario del FONCA envidie la hazaña de conjugar la tradición literaria con el más potente rock. El hecho es que Arcade Fire mezcla demasiado bien todo lo que se supone contrario: El punk con los violines; el mainstream con el indie, la suciedad y la pulcritud, la energía con la reflexión; el pasado que se volvió el futuro.

Lo más sorprendente de todo es que la carrera en conjunto de Arcade Fire se antoja imposible: La madurez y calidad de su musica es equivalente a que The Beatles hubieran empezado por Rubber Soul, o Radiohead hubiera debutado con The Bends. Porque hasta ellos, genios indiscutibles, tuvieron que lidiar al principio con las composiciones débiles y juveniles (que no malas) y las exigencias del mercado, antes de hacer lo que querían hacer. Arcade Fire no lidió con nadie, no le hace caso a nadie y a cambio le dieron un grammy por mejor álbum: la máxima consagración ante el mercado que busca cierto y mínimo grado de calidad sin sacrificar ventas.

Arcade Fire: la anécdota del nombre: un videojuego en llamas. Arcade Fire: la lírica más alta junto al rock que ameniza el paso por una carretera a 120 por hora. Arcade Fire: infancia es futuro. Arcade Fire: en mi fin está mi principio, porque todo tiempo es irredimible. Arcade Fire: de lo viejo nacerá lo nuevo y en lo nuevo volverá lo viejo: las casas se levantan y caen, pero la música permanece: estamos listos para empezar, yendo hacia el pasado.






2 comentarios:

Unknown dijo...

Leo esta entrada cuando precisamente estoy renovando mi entusiasmo por Arcade Fire, estoy de acuerdo con casi todo lo que dices.

Y digo casi porque se me hace una inconsistencia la manera en que utilizas la poesía para contrastar a Radiohead y Arcade Fire. Que a la era de las vanguardias en inglés se le llame modernismo puede confundir, pero T. S. Eliot es el emblema de la poesía de las vanguardias en inglés aunque también sea el arquetipo del poeta políticamente conservador en dicha lengua. Tal como aquí Octavio Paz, que también fue muy de las vanguardias y muy del régimen. El caso es que hablar de vanguardias en inglés y hablar de Eliot es lo mismo. No queda duda de la influencia literaria en Arcade Fire, pero la de Radiohead la encuentro más amplia, no se queda en el modernismo y, sobre todo, es más sútil, menos rastreable, apenas perceptible. Diría que me encuentro más a menudo con Shakespeare, Marlowe o incluso con conceptos budistas en Radiohead que con vanguardistas ingleses del siglo pasado.

Pero más allá de las exactitudes es un gusto que existan estas bandas.

Saludos.

edegortari dijo...

Completamente de acuerdo con lo que dices, mano. sin mebargo diría en mi defensa que por impresición no me refería a qué vanguardia. si bien el marco literario de Radio es más amplio, en dos discos fundamentales (Ok Computer y Kid A) la mayoría de las influencias provienen del surrealismo, el dadaísmo y una buena carga de poesía beat. Todo su trabajo posterior, como bien dices, tiene más que ver con Shakespeare, Marlowe y Keats. Me disculpo por la impresición. Muchos abrazos.