Hay dos pasajes de la literatura escrita en este país que me llaman mucho la atención ultimamente. Estos son Obras completas (y otros cuentos) de Monterroso y El libro vacío de Josefina Vicens. En Obras completas, el cuento "Leopoldo (sus trabajos)" tenemos un tipo incapaz de escribir por miedo, por calma, por soberbia, detenido años y años en un cuento a todas luces infructífero. A su vez, El libro vacío es la historia en primera persona de otro tipo incapaz de escribir otra cosa que no sea acerca del porqué no escribe.
Los autores marcan su línea através del estilo; mientras Monterroso se burla de los escritores (el personaje vive, come, piensa, habla como escritor: pero no lo es), Vicens busca las razones de la creación (el personaje no tiene la vida que quiso, aunque la disfruta de buena gana, pero es precisamente la vida que lleva la que, siente, le impide escribir, le impide crear).
Sin embargo, los puntos clave en la postura de ambos personajes frente a la escritura son los que llaman más la atención: Los motivos y las razones que impiden escribir marcan la verdadera diferencia. Tenemos, por un lado, en el cuento de Monterroso, a un hombre cuyo único motivo para escribir es, en realidad, el ego; demostrar que puede escribir y que lo hace. Por supuesto, no escribe para decir algo, no escribe porque lo necesite. Lo hace para ser famoso, reconocido y completar el único trámite no cumplido en su estatus de escritor. Pero la razón por la cual no escribe es, según él, porque no está suficientemente preparado, a veces, o porque no tiene ese gran tema que nadie ha tratado nunca, las demás. Tácitamente decide que sólo será un verdadero escritor a lo grande; si no, no.
En el Libro vacío el asunto es distinto. El personaje tiene como único motivo decir algo, le es urgente decir algo. Pero no puede. No puede por más que lo intenta. O eso cree; su único paliativo para sobrellevar el no escribir es (oh, paradoja) escribir sobre que no puede escribir en el diario en que leemos la novela. ¿Y qué le falta a él para escribir? Muchas cosas, arguye. De entrada, talento, imaginación. No puede sostener una historia más de dos cuartillas. Pero también siente que le hace falta libertad; los problemas cotidianos con la familia, el trabajo y hasta a la amante lo hacen sentir vacío a la hora de cumplir con su necesidad. Se reconoce a sí mismo en su hijo menor, aunque a la vez le tiene envidia. Éste tiene todo el mundo para sí, convierte cualquier cacharro en un jugete, y transforma el espacio a su gusto con sólo decirlo: juega con el Mundo creándolo. Tiene, según el padre, el don del brujo, el don del poeta. El hijo reconoce ese mismo don de creador, de hechizero, en el padre. Sólo que el padre no se ha dado cuenta.
Como pueden ver, ambos caso son ciertos. Corresponden a diferentes personalidades, y, por lo mismo, es de suponerse, los resultados serán diferentes. Aunque en lo básico no: ambos terminan escribiendo. Mas sus logros son diferentes. Uno descubrirá con los años que su cuento siempre fue malo y sin salida, aunque llegó a mejorar su estilo. El otro, simplemente, lo consigue. Consigue escribir. Que no ser escritor. Aunque esto le vale madres; no es lo mismo, no siempre lo es, y no tiene porque serlo.
¿Conoces a alguien así? Puedo decir que conozco de ambas sopas. La segunda, por romántica y sincera, me agrada más.
De todos modos, aquí las palmas se las lleva otro. El contrapeso de ambos (aunque más cercano a el Libro vacío) es el personaje principal de Lejos de Veracruz, de Enrique Vila-Matas. Él nunca quiso ser escritor, siempre odio leer, siempre odio la imagen y la personalidad de su hermano que es escritor de novelas de viajes (sin moverse de su escritorio). A diferencia de su hermano, él viajó, descubrió el mundo y fue muerto por él, al mismo tiempo. Quizás su impulso más secreto, el cual lo llevaría a escribir, sería su lucha contra el tiempo. Tiene menos de 30 y se siente mucho más viejo. Para colmo, perdió el brazo izquierdo en su más cercano encuentro con la muerte. Ese impulso secreto lo podemos ver en un reloj en su sala que dice en una placa bajo las manecillas "quien mucho me ve pierde su tiempo". Sale al mundo para no ver pasar el tiempo, su tiempo. Lo pierde y sólo encuentra una forma de recuperarlo: escribiendo.
Así, emprende una encrucijada contra el tiempo y contra sí mismo. Se hace de una falsísima nostalgia por el Puerto de Veracruz, pues, según Enrique (así se llama el personaje), un escritor necesita un lugar que extrañar. Desde la primera frase del libro lo afirma: "Nadie sabe que a Veracruz y a sus playas lejanas no pienso en la vida nunca volver". Porque de volver perdería el lugar querido. Entonces, su única defensa, antes odiada, es la escritura. La única defensa es la escritura.
Será mejor que Enrique, mi tocayo, se explique solo:
-Ya lo comprendo. (...) Usted es escritor. Como su hermano mayor. ¿Verdad que no me equivoco?
-No, señor, no soy escritor.(...)
-¿Y los papeles escritos que le he visto? Los papeles sobre los que se ha quedado dormido.
-Me dedico a contarme a mí mismo mi vida. Eso es todo.
-¿Y eso no es ser escritor?
-No quiero ser escritor, sino escribir, que es algo muy distinto. No sé si capta usted la sutil diferencia.
(...)
- Pues es que a mi parecer la vida en sí no existe.
-¿Y qué existe pues?
-Quiero decir con esto que la propia vida no existe por sí mismo, pues si no se cuenta, esa vida es apenas algo que transcurre, pero nada más. ¿Me sigue?
-Le sigo.
-Yo pienso que para apresar y comprender la vida hay que contarla, aun cuando sólo sea a la almohada o a uno mismo.
Y así, a través y en contra del tiempo, comprende:
"Mi razón de ser hoy la encuentro en la escritura".
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Lejos de Veracruz, Enrique Vila-Matas, Anagrama, Barcelona, 2007, 236 pp.
"Leopoldo (sus trabajos)", Obras completas y otros cuentos, Augusto Monterroso, Joaquín Mortiz, Ciudad de México, 1980, pp. 70-103
El libro vacío/Los años falsos, Josefina Vicens, FCE, Ciudad de México, 2008, pp. 9-219
Los autores marcan su línea através del estilo; mientras Monterroso se burla de los escritores (el personaje vive, come, piensa, habla como escritor: pero no lo es), Vicens busca las razones de la creación (el personaje no tiene la vida que quiso, aunque la disfruta de buena gana, pero es precisamente la vida que lleva la que, siente, le impide escribir, le impide crear).
Sin embargo, los puntos clave en la postura de ambos personajes frente a la escritura son los que llaman más la atención: Los motivos y las razones que impiden escribir marcan la verdadera diferencia. Tenemos, por un lado, en el cuento de Monterroso, a un hombre cuyo único motivo para escribir es, en realidad, el ego; demostrar que puede escribir y que lo hace. Por supuesto, no escribe para decir algo, no escribe porque lo necesite. Lo hace para ser famoso, reconocido y completar el único trámite no cumplido en su estatus de escritor. Pero la razón por la cual no escribe es, según él, porque no está suficientemente preparado, a veces, o porque no tiene ese gran tema que nadie ha tratado nunca, las demás. Tácitamente decide que sólo será un verdadero escritor a lo grande; si no, no.
En el Libro vacío el asunto es distinto. El personaje tiene como único motivo decir algo, le es urgente decir algo. Pero no puede. No puede por más que lo intenta. O eso cree; su único paliativo para sobrellevar el no escribir es (oh, paradoja) escribir sobre que no puede escribir en el diario en que leemos la novela. ¿Y qué le falta a él para escribir? Muchas cosas, arguye. De entrada, talento, imaginación. No puede sostener una historia más de dos cuartillas. Pero también siente que le hace falta libertad; los problemas cotidianos con la familia, el trabajo y hasta a la amante lo hacen sentir vacío a la hora de cumplir con su necesidad. Se reconoce a sí mismo en su hijo menor, aunque a la vez le tiene envidia. Éste tiene todo el mundo para sí, convierte cualquier cacharro en un jugete, y transforma el espacio a su gusto con sólo decirlo: juega con el Mundo creándolo. Tiene, según el padre, el don del brujo, el don del poeta. El hijo reconoce ese mismo don de creador, de hechizero, en el padre. Sólo que el padre no se ha dado cuenta.
Como pueden ver, ambos caso son ciertos. Corresponden a diferentes personalidades, y, por lo mismo, es de suponerse, los resultados serán diferentes. Aunque en lo básico no: ambos terminan escribiendo. Mas sus logros son diferentes. Uno descubrirá con los años que su cuento siempre fue malo y sin salida, aunque llegó a mejorar su estilo. El otro, simplemente, lo consigue. Consigue escribir. Que no ser escritor. Aunque esto le vale madres; no es lo mismo, no siempre lo es, y no tiene porque serlo.
¿Conoces a alguien así? Puedo decir que conozco de ambas sopas. La segunda, por romántica y sincera, me agrada más.
De todos modos, aquí las palmas se las lleva otro. El contrapeso de ambos (aunque más cercano a el Libro vacío) es el personaje principal de Lejos de Veracruz, de Enrique Vila-Matas. Él nunca quiso ser escritor, siempre odio leer, siempre odio la imagen y la personalidad de su hermano que es escritor de novelas de viajes (sin moverse de su escritorio). A diferencia de su hermano, él viajó, descubrió el mundo y fue muerto por él, al mismo tiempo. Quizás su impulso más secreto, el cual lo llevaría a escribir, sería su lucha contra el tiempo. Tiene menos de 30 y se siente mucho más viejo. Para colmo, perdió el brazo izquierdo en su más cercano encuentro con la muerte. Ese impulso secreto lo podemos ver en un reloj en su sala que dice en una placa bajo las manecillas "quien mucho me ve pierde su tiempo". Sale al mundo para no ver pasar el tiempo, su tiempo. Lo pierde y sólo encuentra una forma de recuperarlo: escribiendo.
Así, emprende una encrucijada contra el tiempo y contra sí mismo. Se hace de una falsísima nostalgia por el Puerto de Veracruz, pues, según Enrique (así se llama el personaje), un escritor necesita un lugar que extrañar. Desde la primera frase del libro lo afirma: "Nadie sabe que a Veracruz y a sus playas lejanas no pienso en la vida nunca volver". Porque de volver perdería el lugar querido. Entonces, su única defensa, antes odiada, es la escritura. La única defensa es la escritura.
Será mejor que Enrique, mi tocayo, se explique solo:
-Ya lo comprendo. (...) Usted es escritor. Como su hermano mayor. ¿Verdad que no me equivoco?
-No, señor, no soy escritor.(...)
-¿Y los papeles escritos que le he visto? Los papeles sobre los que se ha quedado dormido.
-Me dedico a contarme a mí mismo mi vida. Eso es todo.
-¿Y eso no es ser escritor?
-No quiero ser escritor, sino escribir, que es algo muy distinto. No sé si capta usted la sutil diferencia.
(...)
- Pues es que a mi parecer la vida en sí no existe.
-¿Y qué existe pues?
-Quiero decir con esto que la propia vida no existe por sí mismo, pues si no se cuenta, esa vida es apenas algo que transcurre, pero nada más. ¿Me sigue?
-Le sigo.
-Yo pienso que para apresar y comprender la vida hay que contarla, aun cuando sólo sea a la almohada o a uno mismo.
Y así, a través y en contra del tiempo, comprende:
"Mi razón de ser hoy la encuentro en la escritura".
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Lejos de Veracruz, Enrique Vila-Matas, Anagrama, Barcelona, 2007, 236 pp.
"Leopoldo (sus trabajos)", Obras completas y otros cuentos, Augusto Monterroso, Joaquín Mortiz, Ciudad de México, 1980, pp. 70-103
El libro vacío/Los años falsos, Josefina Vicens, FCE, Ciudad de México, 2008, pp. 9-219
9 comentarios:
pienso luego existo... muy buen tema está para pensarse.
debo confesar que me sorprendió ver un comentario en mi extremadamente abandonado blog; fué grato lo admito, quizá en este año le ponga mas atención (otra vez) para luego abandonarlo (otra vez) mi blog y yo tenemos una relación muy tormentosa y pasional jejej.
estoy escuchando a su grupo por cierto, me agrada; ya los agregué.
un saludo y éxito.
Plata:.
¿Literatura nacional?
¡Saludos!
Nacional, pue sí, creo. El libro de Monterroso se escribió aquí el contexto cultural del libro es quí. Pero debo aceptar que con él debí hacer la distinción de nómade.
Qué bueno verte por aquí.
Hace mucho alguien me dijo que José García es todo aquel que habita en el alcantarillado de la literatura (... algo muy bolañesco que se entendería como "Detectives Salvajes meets Pepe el Tira xD).
El personaje de Vicens funciona como el escritor frustado que vuelve su frustación un recurso poético, una tipología psicológica novelesca.
¿Ya escuchaste Battle For The Sun? A los placebos se les nota que quieren hacer una fé de erratas del Meds, jiji (I hope so). En caso de que no, la posteé en mi casa azul. Saludos.
Mira, por fin se esta haciendo algo de buena crítica por aquí.
Felicidades muchacho, ya me entere que por fin ya estas fuera del cch y con un pie den la facultad.
Saludos.
Encontré esta "literal version" de Penny Lane que no tiene madre!!! xD
http://www.youtube.com/watch?v=1yJ2yWvGnkI
Es que los países sólo sirven para el mundial de futbol,
lo que hay es un mapa cósmico y rizomas,
a veces exilios y nodamismo,
Abrazo,
Alan M
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